Ilumínate. Según un estudio
del Instituto Politécnico Rensselaer (EE UU), si has dormido mal o menos de 8
horas y te acabas de levantar para ir al colegio o al trabajo, es buena idea
exponerte a luz “azul”, ya que contribuye a superar los retos del día y a
afrontar mejor el estrés. De acuerdo con los investigadores, el efecto se debe
a que la luz azul acelera la respuesta del cortisol al despertar (CAP, por sus
siglas en inglés), que nos prepara para abordar cualquier actividad y asumir
imprevistos. De esta manera rendimos más, nos deprimimos menos y sufrimos menos
accidentes de coche, según concluían los autores en la revista International
Journal of Endocrinology.
Quema
grasa.
Quemamos un 20% más de grasa si hacemos ejercicio físico por la mañana con el
estómago vacío que si esperamos a después de desayunar, según un estudio de la
Universidad Northumbria publicado la semana pasada en la revista British
Journal of Nutrition. Los investigadores aseguran que, después de una noche de
descanso y en ayunas, la energía que consumimos practicando deporte procede de
la grasa.
Vacúnate. Si tienes que
ponerte una vacuna, por ejemplo de la gripe, mejor hazlo por la mañana. Según un
estudio publicado en la revista Psychophysiology, a esta hora el cuerpo
responde produciendo más anticuerpos. Esto ocurre sobre todo en hombres
adultos, cuyo sistema inmune responde con el doble de eficacia a estas horas
que por la tarde.
Escucha
música relajante.
Según un estudio presentado en la reunión de la Sociedad Americana de
Hipertensión, escuchar música clásica o celta cada mañana durante 30 minutos
reduce la presión arterial y la mantiene en niveles saludables durante el resto
del día.
Come
proteínas.
Si incluyes proteínas en el desayuno (huevo, embutidos, atún…) te sientes más
saciado durante todo el día y tu cerebro produce menos señales de “atracción”
hacia la comida y controla mejor el apetito, según demostraba un estudio de la
Universidad de Missouri (EE UU) basado en neuroimágenes obtenidas con
resonancia magnética. Además, según ha demostrado Judith Wurtman, investigadora
del Instituto de Tecnología de Massachussetts (MIT), las proteínas aportan al
cerebro tirosina, un aminoácido que aumenta la producción de neurotransmisores
que mantienen la concentración y la mente alerta, como la noradrenalina.
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